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Fajas durante y después del embarazo, ¿bueno o malo?

Fajas durante y después del embarazo, ¿bueno o malo?

Hace algunos días leyendo en internet me encontré con este interesante artículo, que ayuda especialmente a las mujeres que planean embarazarse y recuperar la figura después del parto.

El artículo es el siguiente:

Los expertos coinciden en que son un soporte en el posparto. Pero, para recuperar la figura, se requiere tonificar los músculos abdominales con ejercicio.

En el uso de las fajas opera no sólo el criterio médico sino el personal. La obsesión por recuperar la figura después del parto hace que las mujeres recurran a estas, entre otros métodos, para devolverle a su cuerpo una imagen ‘agradable’, movidas también por la presión del mercado. Pero esta recuperación toma tiempo y depende del estilo de vida previo.

En el posparto

El criterio de uso depende del especialista: algunos la recomiendan a los 15 o 20 días de un parto vaginal (otros al tercer día) y un mes cuando se trate de cesárea, para ayudar a evitar defectos en la pared abdominal o complicación en la herida quirúrgica.

El ginecoobstetra Carlos Díaz Támara opina que la faja después del parto ofrece sensación de seguridad; un soporte para darles tono a los músculos y a la piel, aunque no garantiza que así suceda. “Hace más llevadero el puerperio y qué tanto se recupere la tonicidad, depende del estado físico de la mujer”, afirma.

Pero, agrega, en la recuperación también influyen el estilo de vida que ha llevado, si sus músculos estaban tonificados antes del embarazo y si era activa o sedentaria. Si nunca ha hecho ejercicio y después del parto continúa inactiva, el uso de la faja no mejorará la flacidez de sus músculos.

Para el ginecoobstetra Andrés Daste, esta faja posparto, de compresión continua, se utiliza para dar mayor seguridad al caminar, mientras los órganos se acomodan nuevamente, “especialmente después de una cesárea porque en esta se abren los rectos abdominales”, dice.

El ginecoobstetra Édgar Acuña opina, al respecto, que lo único que logra una faja es ejercer presión sobre el abdomen, cuando lo que realmente necesita la mujer es fortalecer la pared abdominal y la manera de hacerlo es con ejercicio. “Este mejora el tono, aunque depende de cómo se encontraba la pared abdominal antes del embarazo. En una mujer sedentaria va a tener más flacidez y será más difícil que recupere su tono”, dice Acuña.

La faja, aclara, permite estabilizar el útero.

En la gestación, este órgano va creciendo y a medida que lo hace, se distienden los músculos de la pared abdominal mientras la piel cede. Pierden su tono y quedan flácidos después del parto, por lo cual hay que vigorizarlos.

En este aspecto, recomienda una rutina de fortalecimiento de la pared a las tres semanas posparto, cuando fue vaginal, y a las 6 u 8 semanas, si fue cesárea.

El ginecoobstetra Daniel Londoño opina que “si la ganancia de peso es excesiva en el embarazo, es más probable que los músculos no vuelvan a su tonicidad. Si la mujer no se preocupa por tonificarlos con ejercicios y por corregir las posturas, lo más probable es que sigan estirados”, dice.

El ginecoobstetra Pablo Victoria considera que la faja en el posparto vaginal puede ser útil en los primeros días del puerperio. En las cesáreas, dice, no es prudente usarlas tan temprano, debido a que las suturas internas podrían quedar expuestas a presión excesiva.

Según él, la faja puede generar compresión en el útero, que lleva a que al proceso normal de involución sea más rápido. “Es importante que desde el embarazo la mujer procure mantener el tono de los músculos abdominales con aeróbicos, fitness o yoga. Así recuperará su figura de forma adecuada”, comenta.

La faja, dice el cirujano plástico Fredy Hernández, favorece el reacomodamiento de la piel y la pared abdominal.

Ejercicio dirigido

Sandra Alejo, instructora de psicoprofilaxis obstétrica y directora del programa de educación prenatal ‘Bodytech Moms’, indica que el cuidado del cuerpo y los tejidos antes del embarazo, el inicio de un programa de acondicionamiento físico desde el primer trimestre de embarazo, una adecuada ganancia de peso, ejercicio dirigido desde la tercera semana posparto y la lactancia, favorecen una buena recuperación posparto.

“La actividad física estimula la involución del útero y el reacomodamiento de los órganos; para recuperar los músculos abdominales, hay que trabajar desde un primer momento cuando el cuerpo experimenta cambios hormonales”, sostiene Alejo.

Una mujer que ha cuidado su peso, hábitos alimentarios, piel y ha hecho actividad física regular, verá más pronto los resultados.

En el embarazo

También las hay para usar durante el embarazo, indicación que depende del médico tratante, guiado por los síntomas que expresa la paciente.

“Son una opción y pueden utilizarse cuando la mujer describe una molesta sensación de peso en la parte baja del abdomen o un dolor permanente de espalda cada vez que se sienta o se para. Sin embargo, esta faja no favorece un mejor o un peor desarrollo del embarazo”, afirma el ginecoobstetra Daniel Londoño.

Por su parte, el ginecoobstetra Andrés Daste indica que la faja diseñada para el embarazo ayuda a reducir el efecto de compresión que sobre el pubis ejerce el bebé y que genera dolor. También, reduce un poco el dolor de espalda. “Se puede utilizar después de la semana 26 o 27, cuando hay más molestias”, agrega.

Muchas gestantes manifiestan dolor lumbar, el cual, expresa Londoño, puede corregirse con buena higiene postural, uso de zapatos bajos, aplicación local de frío o calor en la zona afectada, colchones firmes y ejercicio controlado, entre otros. De usarse la faja, sus medidas deben estar acordes con el peso y la talla.

Pablo A. Victoria, ginecoobstetra, piensa que es útil si no causa presión excesiva sobre el abdomen porque “puede llevar a compresión de las venas que retornan la sangre al corazón desde las piernas y, por tanto, causar mareos e incluso desmayos”.

Tenga en cuenta…

Según el cirujano plástico Fredy Hernández, en caso de optar por el uso de la faja, debe mandarse a hacer sobre medidas para que se amolde al cuerpo, la estatura y el largo del tronco de la mujer. La tela debe tener una compresión adecuada, de modo que la mujer pueda expandirse, respirar bien y sentarse.

 Debe tener cremallera en la espalda o en el costado -no en la mitad- para que la compresión vaya de adelante hacia atrás y así evitar una mayor flacidez de la piel. “Es más recomendable la faja completa, con tiras en los hombros y por debajo del busto para facilitar la lactancia; ojalá con piernas”, explica el cirujano.

“Cuando queda muy pequeña, no hay quien la tolere: puede restringir el movimiento de los hombros, quemar las zonas de pliegues e inflamar los genitales”, expresa Hernández. Igualmente, un mal uso puede favorecer la visibilidad de rollos, marcas en la piel y maltrato en zonas de contacto como axilas y periné.

Puede utilizarse la faja hasta seis meses después del parto (mínimo tres), en el día, no en las noches, para que se reacomode la piel. Se contraindica su uso cuando hay hernias.

Andrea Linares Gómez

Redactora ABC del Bebé

 

Espero que les ayude a despejar algunas dudas y mitos con respecto al uso de las fajas ya sea en el embarazo y en el post-parto, mujeres amémonos y cuidémonos con mucho amor.

Referencia:

http://www.abcdelbebe.com

 

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