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Manías y obsesiones en los niños

Manías y obsesiones en los niños

Muchos padres no saben qué hacer para que sus hijos abandonen alguna mala costumbre como morderse las uñas, chuparse los dedos, enrollarse los pelos en el dedo, hurgarse la nariz, decir palabrotas, comerse las uñas, etc.
Y muchos de ellos tienen razón en preocuparse ya que algunas costumbres que se inician en la infancia, pueden conservarse hasta la edad adulta. Además, por detrás de cada mala costumbre existe algo que pueda justificarla. Es decir que el mal hábito puede ser apenas una forma que el niño tenga de expresar algo que le esté molestando.

Es necesario estar atento y, siempre que sea posible, se debe cortar lo malo por la raíz. Pero sin agobios ni ansiedades, porque en este caso los resultados pueden no ser nada buenos. Con paciencia, determinación y mucho cariño, todo se soluciona para el bien de los niños. Según el Dr. Pedro Barreda, de pediatría, no todas las manías o actos repetitivos son motivo de preocupación. Dependen de la edad del niño, de las circunstancias y de la frecuencia con que aparezca el hábito. A veces sencillamente se tratan de gestos que pertenecen a su lenguaje corporal.

¿Cómo un niño adquiere un mal hábito?

Existen algunos motivos por los que un niño empieza a repetir una mala acción. Una de las vías para adquirir un mal hábito es la imitación. Los niños, principalmente los más pequeños, aprenden imitando. En casa, los niños imitan a sus padres y/o hermanos. En la escuela, a sus compañeros. Si el niño, no todos, convive con alguien que guiña los ojos a cada tres por cuatro, es probable que con el tiempo llegue a imitarlo e inconscientemente se inicia un hábito. Lo mismo ocurre si los padres de este niño están diciendo palabrotas todo el día. ¿Cómo querrán ellos que su hijo no aprendan lo mismo? Hay que introducir buenos hábitos en la vida de los niños, y todo empieza en la familia, en la casa.

Otra vía de adquisición de un mal hábito puede tratarse de señales que el niño emite cuando no encuentra ni tiene palabras para expresar lo que siente o lo que le preocupa. Acaban comunicándose a través de alguna mala costumbre. En niños mayores, lo mismo puede pasar si ellos no encuentran diálogo en la familia, o no son entendidos por sus padres. Acaban adquiriendo un mal hábito para llamarles la atención. Es probable que, en estos casos, el niño se desahogue en una mala acción que se convertirá, en muchos casos y con el tiempo, en un mal hábito.

Manías habituales

1. Querer comer siempre en el mismo plato.

2. Tener siempre los juguetes colocados en la misma posición.

3. Usar una taza especial.

4. No dormir si no es en su cama y con su almohada.

5. Lavarse las manos constantemente para evitar la sensación de tenerlas sucias.

6. Repetir siempre los mismos “rituales” al levantarse o al acostarse.

7. Tener que contarle siempre la misma historia cuando se vaya a la cama (esto le ayuda a estabilizar sus expectativas y la comprensión de su mundo)

Será muy beneficioso que aprenda técnicas de relajación infantil y que sepa identificar cuál es la situación que le está provocando este estado. Detectarlo a tiempo supondría que automáticamente, esa conducta repetitiva fuera evadida.

Los papás no pueden darle una importancia excesiva a lo que le pasa. Aunque estén alerta ante un posible empeoramiento es mejor que vean sus manías como algo normal y propio de la edad. Si nosotros mismos no le prestamos mucha atención lo más seguro es que él tampoco lo haga.

Obsesión y compulsión

Las manías se agravan cuando se convierten en “Trastornos obsesivo – compulsivos”, esto es, que los comportamientos repetitivos que tenía ocupan tanto tiempo de su vida que le impiden tener una jornada o funcionamiento diario normal.

A consecuencia de esto, y por la imposibilidad de seguir una vida normal, el niño llora, grita, tiene una ansiedad desmedida, puede autolesionarse e incluso seguir una conducta agresiva hacia él mismo y hacia los demás. En edad infantil predomina el comportamiento compulsivo frente a los pensamientos obsesivos desmesurados.

Establece rutinas

Trata de hacer los momentos de transición, como cambiar de curso, cambiar de ciudad, ir a visitar a unos amigos tuyos, etc. lo más divertidos, predecibles y tranquilos posible. Saber qué va a ocurrir y evitar la incertidumbre le ayudará a sentirse menos ansioso.

Ve directo a la raíz

Los malos hábitos tienden a intensificarse cuando un niño está nervioso o incómodo. Si tu hija comienza a morderse las pieles del labio cuando va a clase de inglés o antes del partido de fútbol, piensa en alguna alternativa para aliviar su estrés (cerrando los ojos y respirando profundamente varias veces, abrazando fuertemente a su muñeco preferido, haciendo una pelea de almohadas…). Las pelotas anti estrés o la plastilina son una excelente herramienta para liberar tensiones. Además habla con ella sobre aquello que le preocupa o le pone nerviosa. Si no te quiere contar cuál es el problema, inténtalo unos días más tarde o pregunta a sus profesores, pero no mires hacia otro lado, seguramente algo está pasando.

Alaba sus progresos

Cuando notes que está leyendo o haciendo un dibujo para el colegio sin recurrir a su manía, dale un abrazo, y déjale ver que te has dado cuenta. Pero no olvides que es un proceso que requiere paciencia, tiempo y refuerzo continuo. Así que mantén la calma, será más sencillo para todos.

En ocasiones puede ser frustrante tratar que un niño abandone ciertas manías o malos hábitos. Pero reiteramos que cuanto antes empieces a darle solución más sencillo será. No obstante hagas lo que hagas no intentes cambiar todas las conductas de tu hijo al mismo tiempo. Hazlo de una a una. A él le resultará menos costoso y sin duda será más eficaz.

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