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Las mentiras de los niños

Las mentiras de los niños

¡Las mentiras de los niños son sin malicia!

Aunque mentir, robar, copiarse y hacer trampa son todos comportamientos inapropiados, también son comunes, especialmente a una edad temprana. Esto ocurre porque los niños tratan de poner a prueba sus límites pero todavía están aprendiendo a distinguir lo que está bien de lo que está mal.

Como padre, es importante que no reaccione exageradamente, sino que le diga a su hijo que cada uno de estos comportamientos no son aceptables. Además, es importante que usted entienda el motivo por el cual su hijo miente, roba, se copia o hace trampa.

La buena noticia es que generalmente los niños pierden estas costumbres cuando tienen más años de edad, pero necesitan que usted los aconseje. Además, usted debe saber cuándo es momento de preocuparse y qué hacer al respecto.

Lo que los padres pueden hacer

Entienda por qué lo hacen. Hasta los 3 años, los niños no comprenden realmente lo que es mentir o robar, y no hacen ninguna de estas cosas a propósito. Pueden llevarse algo que no les pertenece porque no entienden que simplemente no pueden llevárselo. Pueden mentir sobre algo, por ejemplo, ir al baño si están dejando los pañales, pero no entienden el concepto de decir la verdad. Entre los 3 y los 6 años, los niños generalmente distinguen lo que está bien de lo que está mal, pero muchas veces mienten sobre cosas insignificantes, como no tener que ir al baño antes de irse de la casa porque ya fueron o haber empujado a un amigo, y suelen copiarse o robar de maneras pequeñas, como hacer pasar el trabajo de arte de alguien por el suyo propio.

Todavía necesitan que se les enseñe las consecuencias de sus actos y el motivo por el cual están mal. Después de los 6 años, los niños saben que mentir está mal. Algunas de las cosas que pueden hacer que un niño de esta edad mienta son: prohibirle hacer una actividad, tener demasiadas expectativas con respecto a sus logros, no castigarlo de manera consecuente o no prestarle suficiente atención ni elogiarlo. Los padres de niños de esta edad deben averiguar por qué sus hijos se comportan de estas maneras.

Sepa cómo manejar la situación. Generalmente, cuando los padres se enteran de que su hijo ha hecho algo malo, tratan de hacerles preguntas abiertas e imprecisas para que su hijo confiese. Pero en realidad es mejor decirle a su hijo lo que se enteró y preguntarle cuál es su versión. Si tiene menos de 6 años, probablemente confiese y no mienta. Si tiene más de 6 años, su hijo puede tratar de mentir para encubrir su mal comportamiento, en cuyo caso debe castigarlo por la mentira y también por el mal comportamiento. Sin embargo, en cada caso usted también debe llegar al fondo de por qué su hijo hizo lo que hizo.

Mentir. Los niños generalmente mienten porque saben que la verdad defraudará a sus padres, por ejemplo, cuando obtienen una mala calificación en un examen. En esta situación, es importante que le diga a su hijo que lo más importante es el esfuerzo que hizo y no el resultado. Si usted sabe que hizo todo lo que pudo, entonces debe elogiarlo por su esfuerzo pero también averiguar por qué no le fue bien. Si sabe que no puso esfuerzo, debe hablarle sobre empeñarse más la próxima vez. Un niño más grande también puede mentir sobre sus actividades.

Faltar a la escuela puede ser muy común entre los adolescentes. Usted debe ponerse firme con respecto a las reglas de la casa y explicarle a su hijo adolescente que estas reglas se establecieron para hacerle un bien a él. También debe asegurarse de saber lo que está haciendo su hijo y con quién lo está haciendo.

Robar. El motivo más común por el cual los niños roban es por querer tener lo que tienen los demás. Aunque usted debe reconocer que su hijo no quiere desentonar, es un buen momento para hablar sobre lo que su familia puede comprar o sobre cómo sus reglas son distintas a las de otras familias. Si a usted le parece que su hijo no debe tener algo hasta cierta edad o por determinado motivo, explíquele su razonamiento a él. También pueden buscar juntos una manera de que su hijo pueda ganarse lo que desea, por ejemplo, dándole una mensualidad, haciendo tareas domésticas o siendo más responsable.

Copiarse o hacer trampa. Los niños quieren ganar, alcanzar un objetivo y ser los mejores. Muchas veces tratarán de lograrlo a cualquier costo, lo que significa que a veces pueden llegar a hacer trampa o copiarse. Los niños pueden copiarse del trabajo de otro niño o no respetar las reglas, incluso cuando juegan a un juego. Al igual que cuando su hijo miente sobre su desempeño académico, si se copia la tarea o el trabajo de clase, explíquele que su esfuerzo es más importante que la calificación. Sólo se está engañando a él mismo porque es él quien no está aprendiendo lo que necesita saber. Los padres frecuentemente sienten el impulso de dejar que su hijo gane en un juego de mesa, pero así no le enseñan a su hijo a respetar las reglas.

Dé un buen ejemplo. Los niños aprenden de sus padres, y su hijo es muy consciente de lo que usted hace. Incluso cosas como no detenerse ante un cartel de «pare», llamar al trabajo diciendo que está enfermo cuando en realidad no lo está o no avisarle al cajero cuando se olvida de cobrarle uno de los productos que compró en el supermercado le enseñarán a su hijo que está bien quebrantar las reglas y no decir la verdad.

Reconozca cuándo es el momento de preocuparse. A veces, si su hijo miente, roba se copia o hace trampa en exceso, puede significar que tiene un problema de comportamiento por el cual usted debe preocuparse. Si su hijo miente o roba constantemente y no se siente mal por ello, rompe las pertenencias de otras personas, hurta, falta a la escuela seguido, no tiene muchos amigos o es malo con los animales a propósito, usted debe hablar con el pediatra y el consejero escolar.

Es posible que tenga un trastorno de la conducta u otro problema de comportamiento que necesite tratamiento. Otra posibilidad es que estos sean síntomas de que tiene un problema de desarrollo o de aprendizaje, o de que lo estén agrediendo en la escuela. Estos problemas no son culpa suya ni de su hijo, y pueden superarse con la ayuda del profesional adecuado.

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