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Mamitis Aguda

Mamitis Aguda

Necesidades tan básicas, como dar el pecho al bebé, quedan cubiertas gracias al papel desarrollado por las mamás y aunque los papás también se ocupan de otras tareas, el peso maternal es indiscutible.

No rechaza a su padre, está pasando por una etapa en la que es su madre la única persona que le hace sentir totalmente seguro. Ella es su figura de apego, la plataforma desde la que va a lanzarse a explorar otras relaciones.

Cuando el pequeño alcanza mayor autonomía, entre los 10 y 18 meses, sigue requiriendo el apoyo de los padres aunque se desliga un poco de sus progenitores. Empieza a andar, a explorar la casa…

Se da el caso de niños que observan los elementos que les rodean como cosas extrañas y amenazantes, por eso recurren con frecuencia a cobijarse bajo las faldas de mamá. Si se establece una separación entre ambos, el niño puede sufrir una tremenda angustia… Es incapaz de comprender que no le pasaría nada si ella no está cerca.

Generalmente entre los dos y los tres años, los niños comienzan a socializarse más y a relacionarse con otras personas: se abren al mundo, hacen amistades, pasan más tiempo en el parque jugando con otros niños. El hecho de abrir tanto los esquemas de comunicación hace que los menores se sientan más cómodos si su madre está próxima para darles seguridad.

Además los cambios bruscos siempre desencadenan los síntomas de la “mamitis” aguda. Ocurre cuando la madre ha estado siempre en casa y se incorpora al ámbito laboral tras una excedencia. Se debe preparar al niño para que la separación no sea traumática. De forma paulatina, antes de que la mamá empiece a trabajar, las personas que se encargarán del cuidado del niño, pasarán prolongados ratos con ellos.

Consejos para los papis

Los niños adoran las rutinas y necesitan hacer las cosas todos los días de la misma forma. Si es la madre la que siempre se ha ocupado de cuidar al pequeño, es normal que rechace al padre si de repente, sin previo aviso, pretende “usurpar” el puesto de mamá.

Los niños que desde pequeños están acostumbrados a quedarse tiempo con los abuelos, los tíos… suelen ser más independientes.

Aunque todavía son pequeños para hacer ciertas cosas, si muestran interés por coger el tenedor ellos solitos o vestirse sin ayuda, debemos dejar que lo intenten.

Los niños van aprendiendo a separarse de sus padres. Pero también los padres tienen que aprender a separarse de sus hijos. Si los adultos se toman esa separación con calma, transmitirán tranquilidad y seguridad a sus hijos y todo resultará más fácil.

Como en la guardería, cuando el niño sufre una crisis aguda de «mamitis», lo mejor es que la separación madre-hijo sea gradual.

Por: Laura Tellez

Referencia:

Ser Padres

Mónica Taíbo, psicóloga del centro de psicoterapia Kerkus de Bilbao.

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