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Sobreprotección Infantil

Sobreprotección Infantil

Cuando los padres evitan que los niños se sientan fracasados, solucionándole todos sus problemas, están impidiendo que en el futuro puedan manejarse en el mundo social, transformándose en personas inseguras, los sobreprotegen.

Se les debe enseñar que existen herramientas para enfrentar los problemas y por lo tanto, ellos deben buscar la solución, no los padres. Además, con esto se les desarrollará la autoconfianza, porque verán que los padres confían en él y por ende, que es capaz de hacer las cosas por sí solo.

En caso de que el niño no pueda hacer algo, o lo haga mal, se recomienda a los papás enseñarle a su hijo cómo hacerlo, para que así la próxima vez lo pueda realizar correctamente y solito. Esto es un proceso paulatino, que comienza cuando los niños son pequeños y ciento por ciento dependientes de los adultos, pero poco a poco se les tiene que ir dando confianza.

El niño necesita sentirse querido y cuidado por sus padres para tener un buen desarrollo emocional. Sin embargo, si se le protege en exceso, se le puede perjudicar más que beneficiar. No se puede mantener al niño permanentemente en un invernadero, convirtiéndolo en el centro de todas las atenciones y ocultándole de todos los peligros. Los padres tienen que dejarle evolucionar para no entorpecer su desarrollo.

Cómo comienza la sobreprotección:

Hay padres que desconocen lo que se le puede exigir al niño y fomentan conductas más infantiles de lo que le corresponde por su edad. En otras ocasiones, no dejan que el niño haga determinadas cosas porque a ellos, evidentemente, les sale mejor y lo hacen en menos tiempo. Otros piensan que es mejor hacerles la vida “más fácil” y procuran anticiparse a cualquier necesidad y demanda de su hijo antes de que él mismo lo pida. Los hay que prefieren evitar enfrentamientos porque no les resulta fácil mantenerse con firmeza en situaciones estresantes o incluso simplemente porque el niño tiene una cara encantadora.

Consecuencias:

Si en lugar de apoyar al niño, sugerirle y guiarle para que aprenda por sí mismo, le imponemos, vigilamos y le damos todo solucionado, lejos de ayudarle a crecer, el niño tendrá un escaso desarrollo de sus habilidades (vestirse, comer…) y adoptará una postura de pasividad y comodidad, ya que interiorizará que sus padres, de los que tendrá una gran dependencia, siempre están dispuestos a ayudarlo.

Su autoestima será baja y tendrá poca seguridad en sí mismo, creyéndose incapaz de resolver sus dificultades. Le costará mucho tolerar frustraciones, posponer las gratificaciones y no sabrá valorar lo que tiene. Rehuirá los problemas en vez de tratar de enfrentarse a ellos y no sabrá cargar con las consecuencias de sus propios actos… En resumen, será una persona inmadura y débil que podrá dejarse llevar con más facilidad por las malas amistades o por el ambiente que le rodea.

Ideas que ayudan:

  • Si supiéramos lo importante que es para el desarrollo de su personalidad que los niños logren hacer las cosas sin ayuda, les dejaríamos actuar solos en más ocasiones.
  •  Cuando el niño nos pida ayuda, lo esencial es darle las sugerencias con las que solucionar el problema él mismo, con sus propios recursos.
  • Es normal que el niño cometa errores, pero no nos anticipemos para evitar el tropiezo. Lo positivo es hacerle ver que cada vez le van saliendo mejor las cosas.
  • Si se quiere realmente ayudar al niño, hay que preguntarle a él si nos necesita y, en el caso de que reclame nuestra ayuda, conviene averiguar qué es lo que realmente precisa.
  • Hay que tomarse el tiempo necesario para permitir que el niño se desenvuelva solo.
  •  Debemos explicar al niño las razones de nuestras acciones, de modo que pueda actuar por sí solo, aun cuando no haya un adulto a su lado que le indique cómo hacerlo.
  • No le ahorremos sacrificios razonables: el niño puede perfectamente colaborar en tareas domésticas como poner la mesa, hacerse la cama, recoger su cuarto, sacar la basura o aprender a no dar excesiva importancia a una situación de escasez o incomodidad.
  • Ante un niño tímido, los padres deben procurar que salga más de casa, que abra más su círculo de amistades, que comparta sus cosas, etc., pero no forzándole, sino dándole ideas y predicando con el ejemplo, de lo contrario, con los años puede acabar siendo una persona temerosa, solitaria, arisca o desconfiada.
  • Frente a situaciones que les puedan resultar complicadas, en lugar de evitarlas debemos prepararlos a través del diálogo.
  • Debemos protegerle de los peligros verdaderos, pero sin llegar al extremo de convertirle en una persona débil y temerosa.

Éxitos y fracasos, alegrías y penas:

El niño necesita probar, saborear sus éxitos, tratar de mejorar y alcanzar metas difíciles, competir, superar sus fracasos… y poder entender los sentimientos de los demás. Hay que prepararle para que pueda participar en la sociedad y para ello no hay que disimularle la realidad cotidiana, hay que permitirle que descubra el significado de los triunfos, de las decepciones, de los gozos y de los desconsuelos, propios y ajenos.

Sentimiento de triunfo:

Si le facilitamos la suficiente confianza en sí mismo para que pueda pensar y sentir por sí solo y le dejamos enfrentarse a las dificultades propias de su edad, podrá extraer recursos y estrategias que le harán sentirse triunfante y le servirán para arreglárselas sin sus padres en un futuro.

Los padres debemos tener presente que muchos de los cuidados que prodigamos a nuestros hijos es una cuestión de grado, es decir, que exigen un cabal equilibrio entre cercanía, protección y demostración de afecto que no llegue a ser negligente por abandono pero tampoco invalidante por sobreprotector.

 

“Carta de un padre a su hijo”

Si puedes conservar la cabeza cuando a tu alrededor
Todos la pierden y te echan la culpa;
Si puedes confiar en tí mismo cuando los demás dudan de tí
Pero al mismo tiempo tienes en cuenta su duda;
Si puedes esperar y no cansarte de la espera,
O siendo engañado por quienes te rodean, no pagar con mentiras,
O siendo odiado, no dar cabida al odio,
Y no obstante, ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad:

Si puedes soñar y no dejar que los sueños te dominen;
Si puedes pensar y no hacer de los pensamientos tu objetivo;
Si puedes encontrarte con el Triunfo y la Derrota
Y tratar a estos dos impostores de la misma manera;
Si puedes soportar al escuchar la verdad que has dicho
Tergiversada por bribones para tender una trampa a los necios,
O contemplar destrozadas las cosas a las que dedicaste tu vida,
y agacharte y reconstruirlas con las herramientas desgastadas:

Si puedes hacer una pila con todos tus triunfos
Y arriesgarlo todo de una vez en un golpe de azar,
Y perder, y volver a comenzar desde el principio
Y no dejar escapar nunca una palabra sobre tu pérdida;
Si puedes hacer que tu corazón, tus nervios y tus músculos
Te respondan mucho después de que hayan perdido su fuerza,
Y permanecer firmes cuando nada haya en ti
Excepto la Voluntad que les dice: “¡Adelante!”.

Si puedes hablar con la multitud y perseverar en la virtud,
O caminar junto a reyes sin perder tu sentido común;
Si ni los enemigos ni los buenos amigos pueden dañarte;
Si todos los hombres cuentan contigo pero ninguno demasiado;
Si puedes llenar el preciso minuto
Con sesenta sregundos de un esfuerzo supremo,
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
Y, lo que es más, serás un Hombre, ¡hijo mío!

                                                                                             Rudyard Kipling

Referencia: «Mi Pediatra»

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