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La hidratación en la infancia

La hidratación en la infancia

Al nacimiento, el contenido total corporal de agua es tan elevado como un 75%. Éste disminuye durante el primer año de vida, en la niñez y hasta alcanzar el 60% en la edad adulta.

La importancia de una correcta ingesta de agua líquidos y bebidas (mayoritariamente compuestas por agua) radica en que ésta es el principal componente de nuestro cuerpo. En el feto, más del 90% del peso corporal es agua, porcentaje que desciende al 75% en los recién nacidos y va disminuyendo hasta alcanzar la edad adulta un 60%.

El agua no es sólo abundante sino que resulta esencial para la vida pues los procesos metabólicos ocurren en un medio acuoso.

Según los expertos, las necesidades de agua varían en función de las condiciones ambientales, fisiológicas, y de los diferentes momentos vitales, siendo la infancia y juventud dos de las etapas en las que debemos prestar mayor atención para mantener unos niveles óptimos de hidratación. Al igual que las personas mayores, los niños, bebés en periodo de lactancia así como los jóvenes, son los colectivos más vulnerables de sufrir deshidratación, ya que además de las necesidades fisiológicas propias de su edad, suelen llevar a cabo actividad y ejercicio físico de forma continuada, lo que hace que en su organismo aumente la pérdida de agua que debe reponerse.

Evitar la deshidratación

Además de los efectos “agudos” que una inadecuada ingesta de líquidos tiene sobre la deshidratación, el Prof. Lluis Serra, Catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, advierte que una hidratación incorrecta está científicamente relacionada “con enfermedades dentales, estreñimiento, alteraciones del metabolismo proteico y lipídico”, etc. 

Entre las principales recomendaciones en relación a la hidratación de niños y jóvenes, figuran tomar bebidas en cada comida y entre las mismas; tomar ocho vasos de líquidos al día; no confiar únicamente en la sensación de sed; mantener las bebidas a temperatura moderada, pues si están muy frías o muy calientes se suele beber menos; elegir las bebidas según el nivel de actividad física realizado; y aumentar la ingesta de líquidos en época de calor y antes, durante y después del ejercicio, entre otras.

La sed no es un indicador fiable

Los expertos hacen además hincapié en que, en muchas ocasiones, la sed no es un indicador fidedigno de la falta de líquidos en el organismo de los más pequeños, ya que actúa como señal de alarma cuando ya se han producido pérdidas hídricas. Para evitarlo, es aconsejable que además de agua se tomen otros líquidos de mejor palatabilidad, es decir, aquellos cuyo consumo resulte más fácil y agradable, como zumos, infusiones, leche, sopas, junto a alimentos con un alto contenido hídrico como frutas y verduras. Según la Prof. Polanco, Profesora Titular de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad Autónoma de Madrid lo cierto es que “Aún cuando se puede comer ‘sin hambre’, resulta difícil forzarse a beber la cantidad necesaria de agua en ausencia de sed. El consumo ocasional de líquidos de gusto agradable contribuye a saciar la sed y las necesidades hídricas”.
Necesidades de agua en la infancia

Lactantes

Con la llegada del calor y la consiguiente subida de temperatura durante los meses estivales, los bebés se ven especialmente expuestos a sufrir golpes de calor y deshidratación. Es importante tener presente que ellos no son conscientes de sus necesidades y, además, les es imposible transmitirlas.Belén Benito, farmacéutica de Laboratorios Suavinex explica que un lactante sano pierde, en proporción a su peso corporal, más líquidos que un adulto. A esto hay que añadirle la inmadurez de su sistema renal, “lo cierto -apunta la experta- es que los bebés no son capaces de crear orina igual de concentrada que los adultos, por lo que para eliminar la misma cantidad de impurezas necesitan eliminar más líquido, lo que contribuye a una deshidratación mayor”. Por ello, y para mantener un equilibrio, lo ideal es que un bebé ingiera aproximadamente el líquido equivalente a un 15% de su peso corporal.“Los recién nacidos alimentados con leche materna no suelen necesitar un aporte extra de líquido. No obstante, cuando suben las temperaturas es importante ofrecerle el pecho al bebé con mayor frecuencia para asegurarnos que tiene cubierto el aporte de líquido necesario”, señala Benito.
Asimismo, en verano hay que prestar especial atención a la piel de los bebés, dado que su función barrera no está del todo madura y pierden agua con mayor facilidad. Por esta razón, conviene hidratar diariamente su piel mediante productos “que contengan principios activos humectantes, emolientes y lo más naturales posible, de manera que no resulten agresivos frente a su delicada piel”, indica la experta.Los lactantes deben ser considerados de forma especial en cuanto a las pérdidas y requerimientos de agua. En comparación con los niños y los adultos, los lactantes tienen:

~ Mayor contenido corporal de agua por kg de masa corporal.

~ Mayor área de superficie por kg de masa corporal.
~ Menor desarrollo de los mecanismos de la sudoración.
~ Limitada capacidad de excretar los solutos.
~ Menor capacidad de expresar la sed.

Síntomas de la deshidratación en el bebé

Belén Benito también asegura que “la prevención es el mejor tratamiento para la deshidratación, aunque hay que prestar especial atención a indicadores que señalan que al bebé necesita aporte de líquidos como la ausencia de lágrimas; sequedad en piel, boca y lengua; una disminución en la secreción de orina y deposiciones menos blandas”.

También es importante rehidratar de manera abundante al bebé en el caso de que sufra diarrea o vómitos, ya que cursan con una pérdida importante de líquidos, y se trata de trastornos muy frecuentes en los recién nacidos, que se producen al contar todavía con un sistema inmune poco maduro. 

Recomendaciones útiles para la correcta hidratación del bebé

1.- Las madres que opten por la lactancia materna deberán ofrecer a sus bebés el pecho a demanda en momentos de calor extremo, ya que les aporta el agua, las sales y los nutrientes necesarios para evitar la deshidratación.

2.- En el caso de la lactancia con biberón se recomienda reforzar el aporte de líquidos con biberones de agua mineral, aunque no hay que obligarles a ingerir líquidos. 

3.- Cuidar la correcta preparación de los biberones de leche adaptada, dado que una concentración excesiva limita la correcta aportación entre líquidos y sales minerales que debe ingerir el lactante.

4.- Vigilar las señales que pueden indicar la deshidratación del bebé.

5.- Debido a la inmadurez de su sistema inmunitario, los bebés presentan más problemas gastrointestinales, otra fuente importante de pérdida de líquido para el lactante. En este caso, al igual que en el momento que se localicen señales de deshidratación en el bebé, es importante comenzar inmediatamente a rehidratarle, si fuera necesario con suero oral.

6.- Es importante mantener hidratada la piel del bebé para evitar una mayor pérdida de agua, debido a que su función barrera no está aún madura.

7.- Los lactantes son propensos a sufrir golpes de calor, por lo que además de asegurar la ingesta de líquidos necesaria, es importante evitar la exposición prolongada al sol, las horas centrales del día. 

8.- Es importante no someterlo a cambios bruscos de temperatura ni ofrecerles líquidos fríos.

9.- Los bebés tienen una mayor relación superficie cutánea/ peso corporal que un adulto. Por esta razón eliminan más líquidos. Por esta razón, es importante vestirles con ropa ligera cuando suben las temperaturas.

10.- Para los expertos el mejor tratamiento para evitar la deshidratación es la prevención: ofrecer al bebé el líquido necesario, evitar su exposición al calor y acudir al pediatra si pierde más liquido del normal.

Niños y adolescentes.

En edades posteriores, en general, las diferencias en contenido en agua corporal entre los niños, adolescentes y adultos son menores que entre lactantes y niños. Así, mientras en el primer año el 60-74% del peso corporal es agua, de los 1 a 12 años suele ser del 60% y de los 12 a 18 años, un 56 o 59%, según sea del sexo femenino o masculino.

0-6 meses    0,7 l/día de agua. Se asume procedente de lactancia materna.

6-12 meses    0,8 l/día de agua Se asume procedente de lactancia materna, alimentación complementaria y bebidas. Esto incluye unos 0,6 l como líquidos totales (fórmula o leche humana, zumos y agua de bebida).

4-8 años    1,7 l/día de agua total Incluye unos 1,2 l. en agua y bebidas.

Como parte de su educación nutricional, a los niños se les debe enseñar en cuánto y cómo beber de manera saludable: se debe prestar atención en dar a los niños accesibilidad al consumo de agua a lo largo del día. Motivar a los niños a favor de bebidas no calóricas, como el agua, debe ser parte del amplio consejo en estilo de vida y alimentación saludable.

 Y tu debes poner el ejemplo siempre, los niños aprenden imitando, ¡no lo olvides!

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