Hijo Único

20 Oct Hijo Único

¿Existirán ventajas y desventajas? ¿Cómo es el desarrollo de los niños?

El ritmo de la vida moderna, el gasto que supone la manutención de cada hijo o la decisión de muchas parejas de retrasar el momento de tener hijos, están provocando un aumento de lo que podríamos llamar la «moda del hijo único».

Muchos expertos afirman que el hecho de ser hijo único es más una ventaja que un inconveniente para un niño.     Algunos psicólogos aseguran que el hecho de ser hijo único no es un rasgo que pueda definir a una persona y mucho menos algo que pueda decidir su futuro.

La evolución del hijo único, como la de cualquier otro niño, depende, en su mayor parte, de la educación que le demos nosotros, los padres. Un hijo único, por el mero hecho de no tener hermanos, no está condenado a desarrollar ningún tipo especial de comportamientos.

Quizás deberíamos decir que son los padres los que deben vigilar que algunas reacciones normales no se exageren por el hecho de tener sólo un hijo, y de esa manera evitar esas actitudes tópicas que, erróneamente, se han asociado al hijo único.

Tener sólo un niño supone la mitad de preocupaciones, la mitad de gastos y da más facilidades a la familia para que pueda ocuparse mejor del niño, darle más oportunidades y más facilidades a la hora de tomar las decisiones importantes de la vida.

Un estudio publicado por Psichological Review reveló los hijos únicos son más inteligentes que los nacidos en una familia numerosa.

Si las relaciones que estableces con él son las adecuadas y no dejas que tu hijo se convierta en el foco de todas las atenciones, será un niño caracterizado por:

La creatividad.

Los hijos únicos aprenden pronto a entretenerse solos y eso favorece el desarrollo de su imaginación e invención. Son capaces de recrear mundos de ficción en los que entretenerse largo tiempo y de pasar de una a otra actividad según sus intereses y apetencias.

La generosidad y el orden.

Ambos aspectos están favorecidos por el hecho de que el niño no tiene que ‘defender’ sus cosas constantemente de sus hermanos. Cuando presta sus cosas sabe que se las van a devolver (porque sólo son suyas, no son «de los dos»), de ahí que sepa mostrarse desprendido con otros niños. Cuando el niño deja sus cosas en un lugar sabe que más tarde seguirán allí (nadie se las toca, nadie las desordena, nadie se las quita), por eso pronto aprenderá a responsabilizarse de mantener las cosas en un orden que depende exclusivamente de él.

La madurez y el desarrollo lingüístico.

El trato con adultos agilizará su desarrollo intelectual y emocional, porque tendrá modelos adultos que seguir.

La estabilidad emocional y la autoestima.

Disfrutará de todo el amor, la atención y el tiempo que sus padres puedan dedicarle, no teniendo que compartir ninguna de estas cosas con un hermano. Eso evitará que conozca los celos, la envidia, el sentimiento de rechazo y otros muchos sentimientos propiciados por el roce entre hermanos.

Cuando  entre el primer y segundo hermano hay una diferencia de siete años o más, podemos considerar al hijo mayor como hijo único, puesto que en sus primeros años de vida, los más decisivos desde el punto de vista de desarrollo psicológico y emocional, se habrá criado como tal.

El problema de crecer como hijo único es que las expectativas y las exigencias de la familia sobre el niño son mayores. Quizás de ahí que los hijos únicos tengan más posibilidades de éxito; crecen con ideas de vencedor por las ilusiones que sus padres ponen en él, exigiéndole lo mejor de sí mismo.

Por eso es tan importante que nuestro hijo se haya criado en un ambiente familiar equilibrado, como un miembro más y no como el centro de atención, para que le sea fácil y natural el hecho de compartir espacio, afecto, tiempo, objetos, padres.

Fuente: Psichological Review