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El niño rebelde

El niño rebelde

Este tipo de niño es, en la mayoría de los casos, un problema para los padres y la familia y generalmente lo enfocan como un aspecto negativo.

Cuando este aspecto de la conducta se manifiesta de pequeño, los padres deben observar las circunstancias que los producen, puede ser una forma de adelantarse a la defensa, puede ser un resentimiento por celos entre hermanos, por tener de modelo un ambiente hostil, por pérdida de la madre o del padre, o por cualquier motivo que a un buen observador no debe escapar.

El comportamiento agresivo es a veces una actitud y un estilo de conducta, que suele presentarse bajo formas de seguridad personal, espíritu emprendedor, sinceridad, actividad, espíritu de lucha y de justicia, etc.

A veces un niño callado, introvertido, aparentemente inofensivo puede ser más peligroso, pues careciendo de condiciones que lo hagan ejemplar, no conquista la aprobación de sus mayores y puede adquirir una forma de cinismo y desarrollará una personalidad que carece de interés hacia las cosas importantes.

El otro en cambio, el que habla y discute se hace fuerte pero forma una personalidad dinámica y estable.

Este tipo de niño se resiste casi siempre a la forma de autoridad coercitiva, luego el padre y probablemente el profesor (a) tratarán de comprender sus acciones y las canalizarán, para que resulten una conducta inteligente.

Generalmente estos temperamentos se forman en los primeros años de vida, porque existen factores hereditarios que se cultivan con un medio propicio.

Por ejemplo: una madre que sobreprotege o quiere dominar, provoca ese tipo de reacción, la agresividad.      La llegada de un hermano que suscita el interés de todos y provoca el olvido de su persona.     Un padre severo y una madre que vive vigilando, también crean este estado de ánimo que se convierte en habitual.

El medio familiar en tensión permanente, los gritos, las ansiedades y discusiones de los padres suscitan esta conducta.    Luego antes de tratar al niño, es necesario explorar el ambiente familiar y procurar modificar la actitud de los padres.

La disciplina aplicada con amor y consistencia ayuda a formar el carácter de los hijos dando a sus padres un fruto apacible.

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