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Amigo Imaginario

Amigo Imaginario

El mundo esta lleno de niños y parecería innecesario, que alguno de ellos tuviera que tomarse la molestia de crearse un compañero de juego imaginario.

Muchos niños empiezan a desarrollar un mundo de fantasía paralelo a la realidad en que viven.     Sin embargo existen circunstancias que estimulan la fabricación de tales imprecisos e incorpóreos compañeros.

Un niño que no tenga hermanos con quienes jugar, durante el período preescolar, recurrirá a menudo a este sustituto de compañeros de carne y hueso.    Un niño cuyo hogar está aislado geográfica o culturalmente de otros hogares con niños, puede por ello crearse una compañía.

Los niños inválidos o enfermos o que se encuentran hospitalizados, con frecuencia tienden a crearse compañeros imaginarios.     Cualquiera que sea el motivo que lo anime, un niño que, como por arte de magia se acerca y crea un compañero imaginario, tiene la enorme satisfacción de crearlo de acuerdo con su imagen predilecta.

Pueden ser sus compañeros fieles de juego, sus amigos a quienes le cuentan sus secretos más íntimos y también pueden ayudarles con su desarrollo moral.     Los hijos primogénitos con frecuencia tienen amigos imaginarios y lo mismo les sucede a los niños muy inteligentes.

El amigo imaginario puede ser un osito de peluche, un soldadito, cosas, animales, etc.      Son amigos que pasan a tener vida, a conversar, jugar y a pelear con los niños.      Esos amigos son fruto de la imaginación, le hacen compañía y le sirven de escape emocional reduciendo muchas veces la ansiedad y el estrés del pequeño.

En todo esto también hay un aspecto negativo, los amigos imaginarios, suelen ser saludables, hasta cierto punto, más allá del cual existe cierto peligro de que el niño creador pueda desviarse demasiado del mundo que lo rodea.       La socialización de un niño  resulta del constante contacto con otros niños de carne y hueso.

Jamás le regañes por esta imaginación.      Eso puede herirle a tal punto que evitará charlar con su amigo delante de ti.     Controla el tiempo que tu hijo está con su amigo diariamente.      Conviene que tu hijo también tenga tiempo para jugar con otros niños, y con sus padres.

No es bueno negarles que existe; sino que deben incorporarlo de una manera muy sutil, cosa de no alentar al niño y que no sea una conducta que mantenga en el tiempo.

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